Archive for May 9, 2008

MANUEL RIVAS, EL LÁPIZ DEL CARPINTERO

La historia la narra Herbal, un carcelero al que unas de sus víctimas le regala un lápiz, que a partir de entonces llevará siempre en la oreja. Y será gracias a él que cambiará su vida, porque el lápiz llevará consigo la voz del pintor al que mató de tres tiros en la cabeza. Desde entonces el pintor mantendrá un diálogo continuo y casi familiar con Herbal, martirizándole y redimiéndole a la vez.

El encanto que produce El lápiz del carpintero se debe a que el lenguaje poético influye cuando los poetas se expresan en prosa, porque hay un manejo del lenguaje y una estructura del estilo que no se da en los prosistas puros y tiene influencia cuando el poeta relata, porque su relato contiene detalles que muchas veces pasan inadvertido para el novelista y que no pesan en el desarrollo, como pasa en otros relatos.

El narrador es omnisciente y gracias a eso se van enlazando las diferentes historias de los muchos personajes que aparecen en el libro. Es una persona objetiva, por lo general el nunca dará su propia opinión de los hechos (menos cuando describe lo bella que estaba Marisa Mallo).

Pero a la hora de relatar la los acontecimientos, Rivas comienza por el final, cuando un periodista visita al doctor Da Barca, y será a partir de ahí donde comenzará el relato de la historia. Además vuelve a las cosas del pasado para poder explicar el presente

Lo que hace excepcional la novela de Rivas es también la rica psicología de los personajes: el carcelero Herbal, Daniel da Barca, María Mallo… En torno a estos dos gira todo el asunto novelesco, consumado en su ‘noche de bodas’.

Y en el trasfondo de todo el relato aparece el pintor fusilado, quien, con el lápiz de carpintero que regaló a Herbal, reproduce de memoria la cara de cada uno de sus compañeros de prisión en el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela.

 

Sara Garrido Nebril

May 9, 2008 at 7:49 pm Deja un comentario

Las chicas de alambre. Jordi Sierra i Fabra

Anorexia: El monstruo que ataca a cientos de jóvenes por seguir los cánones que impone la sociedad. Drogas, mentiras: Armas de destrucción masiva para conseguir su objetivo, la delgadez extrema, ser aceptadas ya no sólo por la sociedad sino por ellas mismas. Autodestrucción, muerte: Destino trágico que las acompañará a muchas de ellas. ¿Quién dijo que la ficción supera la realidad?

Una novela basada en hechos reales en la que se descubren los entresijos del mundo de la moda a finales de los 90. Chicas que querían triunfar encima de la pasarela y que no dudaron en poner en peligro sus vidas por conseguirlo. El éxito profesional y la admiración que sólo las llevaron a caer en drogas y depresiones, e incluso alguna de ellas ser víctima de la ablación o del SIDA. ¿Ficción o realidad? Jordi Sierra i Fabra es capaz de introducir un tema candente en la sociedad a través de un periodista ficticio, Jon Boix, al que se le encomienda un reportaje sobre la Wire-Girls, por lo que debe investigar el paradero de una joven modelo llamada Vania, conocida por ser una de las famosas chicas de alambre.

Un periodista sagaz e insaciable, que no se echa atrás ante las trabas que encuentra en su búsqueda por la Wire-Girl y que comienza a descubrir diferentes secretos que llegarían a escandalizar si saliesen a la luz. Personaje que no duda en seguir cada pista hasta llegar a conocer el verdadero secreto de si Vania está viva o muerta y los demás enigmas ocultos que se esconden a su alrededor. Una historia ficticia o no, real o fantasiosa, que no deja de sorprender con el final, en el que plantea el dilema de si se debe publicar un reportaje o no respondiendo a nuestros principios.

Un reflejo de un mundo de cristal en el que no existen límites, donde “la belleza puede ser la gloria o la ruina de una persona” dependiendo de quién la lleve y sobre todo cómo la utilice. Donde la perfección no es garantía de éxito.

Julia Fontenla Pedreira

May 9, 2008 at 3:05 pm


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