Archive for enero, 2008

ESCRITOS DE UN VIEJO INDECENTE (Charles Bukowski)

Publicado en 1967, Escritos de un viejo indecente es un ejemplo más de la obra de Bukowski perteneciente, en su gran mayoría, a la corriente del realismo sucio o dirty realism. Su estilo parco en palabras, su precisión casi obsesiva a la hora de describir y su intentona por reducir al máximo posible la narración, reflejan una absoluta libertad a la hora de escribir. Y es que la obra de Bukowski está compuesta por un conjunto de columnas literarias que fueron publicadas a lo largo de la década de los 60 en el periódico Open City.

El autor urde desde la primera página un procedimiento mediante el cual contactar con el lector, a quien no le resulta difícil sentir compasión y ternura por los personajes que se presentan: se trata de seres marginales, borrachos, fracasados; es decir, gente que ni sabe a dónde va, ni sabe de dónde viene. “¿Quién eres?, preguntó. Y yo le respondí: Querida señora Crosby: no sé quién soy. Sinceramente suyo, Charles Bukowski

El mismo Bukowski es en muchas ocasiones protagonista de sus propias historias, encuadrándose de este modo en ese mismo mundo de caos, tabaco y alcohol.

Escritos de un viejo indecente atrapa desde un primer momento a quien lo lee, especialmente por su salvaje sinceridad y el uso que hace del contexto: para Bukowski prima, muy por encima de todo, la ambientación, la nebulosa de desorden y vulgaridad que rodea a sus personajes, por lo que rechaza el manejo excesivo de palabras. Busca lo directo, la conexión rápida y certera con el receptor de su obra.

Charles Bukoski, en definitiva, no vacila a la hora de hablar de aquellos temas que no suelen resultarle gratos a la sociedad, tal vez porque, en cierta medida, todos vivimos a veces en ese mundo de desorden y caos, de laberintos sin luz.

 Beatriz Pérez Rodríguez

 

enero 31, 2008 at 9:17 pm Deja un comentario

Cabeza de turco, Gunter Wallraff

 Como uno de los periodistas más destacados dentro del periodismo bonzo, Günter Wallraff, llevó a la profesión periodística hasta lo más alto, con el objeto de convertirla en un medio para conseguir la transformación de una sociedad injusta. Günter Wallraff decide, como él mismo afirma, enmascararse para desenmascarar a la sociedad. Pone en peligro su vida para llegar a lo más oculto de la sociedad. Con esta premisa, se puso en el lugar de los más discriminados para experimentar en carne propia los abusos recibidos por los mismos. De esta manera, con una peluca, unas lentillas oscuras y un bigote, se convierte en Alí, un inmigrante turco que experimenta todas las maldades y la explotación que sufre este colectivo dentro de la Alemania de 1983.  Con este libro, deja claro que vive para su profesión, llegando a realizar los trabajos más insalubres y peligrosos. Günter Wallraff hizo un excelentísimo trabajo de investigación, con el que saca a la luz un montón de injusticias, teniendo en cuenta la cantidad de problemas que esto le supondrá. Después de dos años viviendo el “infierno” que le trajo como consecuencia una gran bronquitis crónica y un gran deterioro, tanto físico como psicológico, Günter Wallraff se siente satisfecho por todo el trabajo que ha realizado. Creo que se debería considerar como un auténtico héroe, ya que no sólo piensa en si mismo, sino que es capaz de dar su vida por la justicia en la sociedad, aunque por eso no significa que no le tenga aprecio a su vida, ya que él mismo confesó que tenía miedo. 

Por Mª Agustina Guarc Ratque

Cabeza de turco

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enero 31, 2008 at 8:23 pm

El final de la guerra

 sacco Para quien no lo conozca, Joe Sacco es un periodista norteamericano, de origen maltés, que combina a la perfección su trabajo como corresponsal de guerra con una gran influencia del comic underground. Sus obras más reconocidas (totalmente recomendables) son Palestina: en la franja de Gaza y Gorazde: zona protegida                                                                                                                                      
En El final de la Guerra: Reseñas biográficas de Bosnia 1995-96, retoma el conflicto que había retratado en Gorazde, publicando dos nuevas historias, a modo de “episodios eliminados” en su anterior obra.

 La primera de ellas, Šoba, refleja la vida de un joven artista bosnio, que alterna las desquiciadas noches de juerga con las jornadas en el campo de batalla desactivando minas. Es el contraste más realista, el joven bohemio cuyas obras llaman la atención de las galerías de occidente, pero que se niega a ser “un refugiado más”. Quiere quedarse en su hogar, y se convierte en combatiente, algo que lo conducirá al fatalismo, a plantearse la razón de su existencia y a sufrir las graves secuelas psicológicas de haber participado en un conflicto tan crudo.

 En la segunda historia, Navidad con Karadžić, el autor presenta un planteamiento distinto. En ella trata de entrevistar, junto a dos periodistas norteamericanos, al líder serbobosnio Radovan Karadžić. Cuando se encuentra cara a cara con el criminal de guerra, no reacciona como esperaba, así que repite para sí mismo unas palabras: «En Sarajevo no harán recuento de muertos; lo harán de los vivos». Con ello intentaba recordar todo el odio que sentía hacia aquel hombre, pero no lo conseguía. Sacco quiere explicar que la labor de los periodistas extranjeros es muchas veces interesada, siendo el paradigma uno de los periodistas americanos que le acompaña, el cual quiere conseguir grabar a toda costa disparos de rifle para su crónica.

Partiendo de esta reseña, quiero animar a la gente a que descubra las obras de Sacco, su ironía, sus dibujos hiperrealistas, su análisis exhaustivo y su capacidad comunicativa única, para convertir el periodismo en viñeta.

enero 31, 2008 at 6:45 pm Deja un comentario

«El Periodista Indeseable» de Günter Wallraff

wallraff_guenter.jpgEl periodismo es la “voz” o “la palabra escrita” de lo que está a ocurrir a nuestro alrededor. Los periódicos, la radio, la televisión… son cajas de noticias, reflejos de sucesos; informadores sociales de todo lo que sucede. Pero, ¿es cierto  lo que transmiten todos los medios de comunicación o algunos llegan a  distorsionar la realidad en su propio beneficio o en el beneficio de los que ostentan el poder?

Los medios de comunicación son  creadores de  imagen, tanto de una buena como de una mala imagen… pero, ¿es real esta visión que transmiten los medios de una persona, de un país, de una institución..? ¿O puede ser una imagen “comprada” u “obligada”? La crítica contra el poder puede conllevar la ruina de una publicación o el despido de un reportero. Por lo tanto, ¿Se busca estar a bien  con los que se encuentran en la cúspide?

el-periodista-indeseable.gif “El Periodista Indeseable”  ayuda a esclarecer esta cuestión. Su autor,  Günter Wallraff, puede ser calificado como “la voz” del obrero, el trasmisor de la infrahumana situación de los trabajadores alemanes  del siglo XX. El libro es el fruto de una profunda investigación gracias a la vivencia en primera persona de la situación obrera. Wallraff prestó su trabajo en distintas fábricas alemanas, se inmiscuyó entre la plantilla del periódico Bild, publicación cuyos contenidos engrandecían a los propietarios de las fábricas gracias a una profunda distorsión de sus noticias. Günter buscaba demostrar la realidad que los otros periódicos no desvelaban: los propietarios no eran  los  “dioses” de los trabajadores, eran los  “explotadores” de los obreros, y un trabajo en el que se explota no significa precisamente una ayuda cara el obrero.

Sonia Fernández Cillero

enero 31, 2008 at 6:11 pm

“Fútbol. Una religión en busca de un Dios”

 

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“Fútbol. Una religión en busca de un Dios” es un libro altamente recomendado para todos aquellos que amen el deporte rey de nuestro país: el fútbol. En él, Montalbán nos plantea una interesante pregunta: ¿se ha convertido el fútbol en una nueva religión de este siglo XXI? Sin duda la enorme influencia que tiene este deporte en la sociedad actual hace replantearse al autor el hecho de que el fútbol sea una realidad que mueve las pasiones, acciones y las actitudes de una persona. La afición toma a los jugadores como dioses, todos quieren ser como ellos. ¿Quién de pequeño nunca ha dicho jugando con los amigos, yo soy Maradona, soy Pelé, o Zidane,…?

Así lo plantea Montalbán, profundiza en el fútbol de una manera muy compleja; el fútbol no es simplemente un deporte, donde 22 jugadores van corriendo detrás de una pelota, sino que también lo ve como una religión. Así como el cristiano va a misa todos los domingos, el aficionado va al campo del fútbol o se pega toda la tarde detrás del televisor o escuchando el transistor. Vázquez Montalbán insiste en la complejidad de este deporte, en lo que hay detrás de los entrenadores, sus esquemas de juego, el dinero,… porque además de ser un deporte y una religión, un concepto que destaca por encima de muchas cosas en este libro son los intereses económicos y publicitarios.

La rivalidad Barça-Madrid (resaltar que Montalbán era uno acérrimo culé) también tiene sitio en sus textos. La frase que utiliza para describirlos son “Más que un club o más que una inmobiliaria” y “White is Beautiful”, respectivamente. Si bien son los dos clubes que más pasiones despiertan en nuestro país, Montalbán lleva su análisis de la primera parte del libro a la rivalidad entre ambos. Los temas más calientes, más polémicos e importantes de finales del siglo XX y comienzos del XXI son plasmados en las columnas que el autor escribió en diferentes medios antes de morir y que podéis encontrar en “Fútbol. Una religión en busca de un Dios”.

Adrián Lois Aparicio

enero 31, 2008 at 6:06 pm Deja un comentario

Crónicas de un tiempo. El País Semanal.

Es para muchos lectores, y me incluyo, uno de los hábitos más deliciosos de las mañanas del domingo, zambullirse en los artículos y reportajes de las páginas de El País Semanal. Dominical de ya más de veinticinco años de historia abalado por las mejores firmas nacionales del periodismo de autor.

Todos los reportajes que forman este libro han sido escogidos por su trascendencia y relevancia social, por su brillante escritura  y por la genialidad de sus autores.

Todos y cada uno de los textos, pese a pertenecer a autores y fechas  totalmente diferentes, (podemos dejarnos llevar hasta Sudáfrica de la mano de Maruja Torres o vivir la emoción de un argentino al hablar de Maradona, leyendo las vibrantes páginas de Jonh Carlin), forman parte de nuestro imaginario colectivo. Episodios pasados que todavía flotan incluso en la memoria de los más jóvenes, como es mi caso.

Estas páginas no solo dan testimonio de las transformaciones que ha vivido el mundo en las últimas décadas, sino de que a través de ellas podemos averiguar los tímidos cambios que el periodismo ha sufrido hasta el día de hoy. Aunque da igual la fecha si un reportaje está bien escrito. Ya que todos y cada uno de ellos consiguen transportarnos en el tiempo, emocionarnos al igual que sus autores se emocionaban al escribirlos. Me sobrecojo al experimentar la misma angustia, satisfacción, inseguridad o impotencia que sintieron ellos en el lugar de los hechos, pasando estos  no solo a ser historia, sino también literatura.

Robándole las palabras a Vicente Verdú, no hace falta ser un periodista absolutamente intrépido o un columnista lo bastante ecuánime, para hacer buen periodismo, y de ello da fe esta recopilación. Y es que quizás no sea el periodismo la mejor de las profesiones ni el reportaje el mejor de los géneros, pero a medida que avanzaba en la lectura de este libro más convencida estaba de que el periodismo bien hecho es sin duda imprescindible para hablar de historia. Y de muchas cosas más. Y es el periodismo la única profesión que permite desde disfrutar de una comida con Billy Wilder  a ser marinero durante quince días en el corazón mismo del Gran Sol. Solamente la idea de que se pueda acabar con este disfrute que es el periodismo bien escrito me atemoriza. Esperemos que se siga investigando, informando y escribiendo sobre todo lo que pasa en las páginas de los periódicos y siempre procurando hacerlo bien para que esta profesión perdure por lo menos otros doscientos años más. Y sería poco.

Clara Sánchez Vázquez

 

 

 

 

enero 31, 2008 at 3:01 pm 1 comentario

SARAJEVO, JUICIO FINAL. Julio Fuentes

Este libro es un gran testimonio de Julio Fuentes que nos sumerge en la Guerra de Bosnia.

Fuentes presenció el asedio de los serbios en Sarajevo (1992-1995) como corresponsal del diario El Mundo. Desde allí escribió centenares de crónicas que en muchas ocasiones dejaban atónito al que las leía, sobre todo, por la crueldad de las situaciones que describía.

Al igual que esas crónicas, muchas de las páginas de este libro impresionan. La narración es tan detallada en algunas ocasiones parece que uno se introduce en los escenarios que explicaba, viendo como dos señoras mueren haciendo cola para comprar leche, o como los restos de unos niños que estaban jugando al ajedrez en el momento en que la metralla impuso su “jaque mate”, yacen esparcidos por un patio.

En tiempos de guerra también tienen lugar las pequeñas historias de amor. Y así lo corrobora Julio Fuentes al relatar de forma novelesca el idilio entre su traductora y un soldado. Pero en la guerra, todo, incluido el amor, está movido por la desesperación y la soledad.

Esta pequeña obra hace recapacitar o simplemente, sirve para reafirmar la idea de que las guerras no sirven para más que anticipar la muerte de inocentes, y que en ellas no hay vencedores. Sólo vencidos.

 

Julio Fuentes, periodista y fotógrafo, trabajó durante siete años para la revista Cambio 16, uniéndose al equipo fundacional de El Mundo en 1989. Cubrió todos los conflictos internacionales desde finales de la década de los 80, como los de Nicaragua, Panamá, Croacia e Irak entre otros. Su vida, que tantas otras había visto apagarse, se quedó en una cuneta de Afganistán después de que asaltaran el bus en el que viajaba, en noviembre del 2001.

 

Araceli Pita Parada

enero 31, 2008 at 1:17 pm Deja un comentario

SARAJEVO, JUICIO FINAL. Julio Fuentes

SARAJEVO, JUICIO FINAL. Julio Fuentes

enero 31, 2008 at 1:14 pm Deja un comentario

Oriana Fallaci Vs Oriana Fallaci

oriana.jpgHoxe fai un mes que coñecín a Oriana Fallaci. Cada noite, cada intre de tempo libre que tiña, collía o seu libro e imaxinaba que a estaba a entrevistar, que estaba a falar con ela, que estabamos a conversar. Teño que recoñecer que a primeira sensación que tiven ó vela foi de medo…e en certa maneira non me equivoquei.

Cando o libro caeu nas miñas mans, Oriana Fallaci se entrevista a si misma; El Apocalipsis, souben que ía ser unha lectura interesante, amena e moi rápida. Preferín ir pouco a pouco. Quería descubrir a esa muller que nos presentaran na clase e que semellaba infranqueable, impermeable a calquera contratempo. As súas preguntas e respostas déronme a oportunidade de facelo e de descubrir que Oriana tivo ata a súa morte un acompañante, o cancro, que en certa maneira a radicalizou máis nas súas ideas e lle fixo perder, se era posible, o medo a falar.

A forza e descaro desta italiana afincada moitos anos en Nova York fai que as súas respostas produzan no lector unha mestura de amor e odio cara a figura dunha muller que en ocasións roza a xenofobia e a intolerancia. A atípica pero enxeñosa auto-entrevista que mostra fai que o entrevistador sexa unha mera incitación a falar e que o libro se converta nunha reflexión íntima na que os lectores son os cómplices. Querida ou non, Oriana Fallaci é alguén que non podemos deixar de coñecer. Eu xa o fixen. Non somos amigos, aínda así, gústame escoitala.

Déixovos aquí un vídeo coa vida de Oriana Fallaci. Está en italiano pero penso que a idea xeral se pode entender ben.

Ricardo Saavedra Seoane

enero 31, 2008 at 10:37 am

Contos

«Creo que xa dixen aquí algunha vez que os espías, ó revés do que sucede cos piratas, non me fascinan en absoluto».

Nunca coñecín a Carlos Casares, nunca falei con el, nunca lin unha biografía súa, nin calquera das súas obras. Quizais foi iso, ese non saber, esa necesidade de encher o baleiro da miña ignorancia o que me encamiñou cara Á marxe.

Nunca coñecín a Casares e, sen embargo, ao igual que os centos de lectores anteriormente asiduos á súa columna, puiden traspasar esa barreira que xeralmente separa ao escritor/xornalista do común lector. Cunha simple lectura adentreime na vida do limiao. Porque así era o seu estilo, sinxelo, sen ornamentacións nin complexidade. Un estilo directo, coloquial, ás veces anecdótico e sobre todo humorístico, sempre humorístico.

Sorprende ver a cantidade de información coa que asolagaba diariamente ese terzo de páxina, esas poucas palabras coas que conversaba cos lectores sobre o tema de portada, ou sobre simples anécdotas da súa vida e derredores.

Con esa sinxeleza de escritor nato («un día mandáronnos escribir unha redacción na escola e eu contei unha merenda que fixeramos na beira do río uns amigos e mais eu(…) Logo, o profesor leuna na clase dicindo que era moi bonita(…) A partir dese día, os meus compañeiros empezaron a chamarme “escritor”»), Casares convertía a noticia, o artigo de opinión, en puro conto. Así, pouco a pouco, ganduxando palabras, ía creando as súas historias, transportándonos a ese preciso momento.

Eu estiven alí o día que a súa cadela Leda decidiu que era tempo de marchar. Estiven alí cando se lanzaba pedras cos outros nenos no monte Baronzás, e nas tardes chuviosas que quedaba a ler libros na casa. Ollei ao seu carón esas partidas de cartas que botaba súa nai e compartín ese interese seu polos piratas e as biografías.

Nunca coñecín a Carlos Casares e, sen embargo, podo dicir que o coñezo.

Aquí tendes un exemplo de como escribía Carlos Casares. Cara de demo.

Ildara Enríquez García

enero 28, 2008 at 2:41 pm

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